martes, 12 de junio de 2012

El día que perdimos la Revolución

El coronel Antonio de la Guardia en una sesión de cama elástica en
el gimnasio de la Dirección General de Operaciones Especiales (DGOE),
del oeste de La Habana, hacia el verano de 1987.

Fue arrestado el 12 de junio de 1989 y ejecutado el 13 de julio. Escribo esto a los 23 años del arresto. No ha habido un solo día, desde entonces, que no lo invoque. ¿De qué se le acusó? ¿Por qué Fidel lo mató? A mí qué cojones me importa.

Fotogramas de videos caseros de Norberto Fuentes © 1987, 2012 Norberto Fuentes. Prohibida terminantemente su reproducción parcial o total en cualquier medio.

lunes, 11 de junio de 2012

¿Qué son las MR?

Esta sí que ha dejado turulato a todo el mundo. Su brevedad permite trasmitirla íntegramente. Es la última Reflexión de Fidel, colgada en el sitio CUBADEBATE ayer domingo 11 de junio de 2012.


Desde luego, la turulatez generalizada se debe a que muy pocos conocen lo que son las MR. Estas constituyen el método con el cual Raúl Castro se propone acabar con el prestigio de su hermano y que se fundamenta en aprobarle la publicación de cuanta insensatez pase por el cerebro del ex gobernante y la certeza de que los solícitos ayudantes que rodean al vejete rían a mandíbula batiente ante cada una de sus ocurrencias y que sin vacilaciones las califiquen de geniales. ¿MR? ¿Ustedes no saben lo que son las MR? Mariconás de Raúl, caballeros. Mariconás de Raúl.

domingo, 10 de junio de 2012

Nadie escuchaba

Circula por un par de sitios bajo dominio del exilio cubano el aviso de que están por cumplirse, o se cumplieron, treinta años de existencia de una publicación —¿revista, tabloide o qué?— cultural llamada Linden Lane Magazine. El mérito es que todo el peso de la elaboración de Linden Lane Magazine y que haya sobrevivido hasta nuestros días recae sobre la poetisa cubana Belkis Cuza Malé. Gazapos aparte, como una sazonada bronca con Reinaldo Arenas, a quien Belkis hizo público que lo había “sacado a patadas” de la publicación, lo cierto es que una empresa cultural cubana que se produce además en un paraje perdido, por allá, por Texas, creo, que supere los 30 años de edición, no es un récord fácil de igualar. El paraje rural, cactus, vacas y John Waynes, no acompaña, y además con todo el tiempo que debe concentrar en la búsqueda de Elvis, la columna ocasional para El Nuevo Herald, y me imagino que la atención a los muchachos, o a los nietos, si ya los tiene, consumen. Ah, y la vocación poética, no olvidar eso. Pero ella tiene madera, tiene ese segundo aire de los campeones. Se los digo yo que la conozco desde la primera semana de noviembre de 1964, cuando era bibliotecaria de la Biblioteca “Elvira Capé”, de Santiago de Cuba. Después los años que estuvimos juntos en Noticias de Hoy, el antiguo órgano oficial del Partido Socialista Popular (comunista) y más tarde, por supuesto, en Granma, órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, que sustituyó a Noticias de Hoy en esta cuestión de los órganos, y siempre ella como una hormiguita laboriosa, pero firme propagadora de los actos de fe de la cultura socialista. Hormiguita, ustedes saben, es el mote que los cubanos damos a lo que los soviéticos llamaban actitud stajanovista, en honor al minero Aklerksei Stajanov, que llegó a superar en 14 veces su norma de productividad en la mina de carbón. Yo no sé como minera lo que hubiese dado, pero sí puedo probar que Belkis superó mi productividad en el mismo tiempo que laboramos juntos en Granma. Desde la fundación del periódico Granma en 1965, hasta que nos botaron de allí a los dos (a mi primero) en el 68, lo que en el equivalente épico de aquellos tiempos hubiese sido una heroína de nuevo tipo, y en lo que yo había hecho unos 14 reportajes, Belkis computa 61 textos. Tengo la lista frente a mi (y es parcial), que pienso incluir en el Expediente Cuza, aún en preparación. Una auténtica stajanovista. No está bien llamar hormiguitas a los constructores de un nuevo mundo.

PS: Devota rastreadora de un Elvis que considera aún vivo, y oculto en algún paraje de América bajo identidad falsa, Belkis ha dedicado hasta un volumen al tema: La tumba sin sosiego. Arenas era miembro destacado del Consejo de Linden Lane Magazine, en el que también aparecía Heberto Padilla, marido entonces de Belkis. Padilla un poco a la distancia, pero por lo menos prestaba su nombre.

jueves, 7 de junio de 2012

Yoknapatawpha, Misisipi
Territorio libre de América

Aún es un poco balbuceante. Como si tentara las ideas. Y las frases capitales le salen como retenidas y luego de un evidente proceso de incertidumbre. Todavía está cuidando su persona. No acaba de descubrir que el primer enemigo de un escritor es su amor propio. Pero lo va a superar. Estoy convencido que le sobran cojones para eso. Y que su máximo triunfo, después de tantos años de batalla, de tanto caminar, es revelarse a sí mismo. Aún incluso al precio de destruir una leyenda en exceso publicitada. Fidel lo va a lograr. Y frases atemperadas y que de alguna manera me recuerdan al William Faulkner en su lucha a brazo partido por doblegar un párrafo, que siempre se le iba de las manos en el intento por clarificar unas ideas que ni él mismo descifraba ni de donde venían y que trazaban un recorrido desde su cerebro y a lo largo de un brazo de granjero hasta la mano que se aferraba al lápiz de punta que parecía un clavo, surgen del pupitre del viejo, esforzadas y todavía temerosas al simple primer contacto de la luz. Dos frases inusitadas aparecen en su último escrito, dedicado al combate por un puesto bien fortificado del ejército enemigo, en un poblado costero en la falda sur de la Sierra Maestra.*El caserío, más bien un embarcadero de madera para las goletas de cabotaje que iban y venían desde Santiago de Cuba, se llama Uvero, y el combate lo inició el mismo Fidel al amanecer del 28 de mayo de 1957 con un disparo de su fusil de caza mayor destinado a destruir la planta de radio. “Nuestro papel —dice al principio—, al cual se subordinaba cualquier otro objetivo, tal como se hizo a lo largo de nuestra vida revolucionaria, no se ajustaba a aquella decisión”. ¿Alguien ha entendido algo? No. Nadie ha entendido nada. Pero me imagino que quiso decirnos, que su papel era el de preservarse en todas las batallas, para desde su persona poder dirigir la Revolución. Es decir, su persona como Puesto de Mando Central. Ocurre, sin embargo, que el combate se dilata más de lo previsto y que a Fidel le matan uno de sus mejores hombres, justo a su lado, y con él creyéndose a salvo por la ametralladora de calibre 30 que el combatiente operaba con tanta proximidad. Era el arma de mayor poder de fuego que había en aquel encuentro, y Fidel olvidó la máxima elemental para cualquier tropa bien entrenada (tal el caso de la unidad enemiga acantonada en Uvero) de que el primer objetivo de una fuerza asediada es silenciar las ametralladoras de los atacantes, regularmente —cuando los hay— con morteros. No fue el caso de Uvero. No había morteros. Un solo morterazo detrás de la estiba de troncos desde la que Julio Díaz disparaba sus ráfagas a la diestra de Fidel y de Celia Sánchez y hoy no tuviéramos esta historia. “Julio Díaz —dice Fidel—, bravo combatiente que disparaba con una trípode, no pudo avanzar; yacía a mi lado con un balazo mortal en la frente”. Y entonces Fidel se nos revela. Dios contempla asombrado la certeza de su propia mortalidad, y es la frase con la que, abruptamente, cierra su texto: “¿Se comprende ahora lo que ocurrió aquel 28 de mayo de 1957, hace 55 años?” Y después es el silencio. Ni un sólo argumento más. ¿Solo queda la vanidad? ¿Sólo queda puntualizarnos que él no debía haberse jugado la vida al lado del centro de atracción de las balas enemigas ya que, como es sabido y aceptado, para los grandes hombres como él están los bunkers y los puestos de mando en la retaguardia? Bueno, concedamos que no debía echar batallas inútiles. Pero la esencia de su texto no está disponible a simple vista. Entiendo que el lector común al final tenga que tragárselo como una insolente demostración de cinismo. Pero Fidel no está escribiendo para ellos. Creo que Fidel, al fin, comienza a escribir para gente que quiere entender. Ese misterio, esas dos frases. Sigue, Fidel. Sigue. Por lo menos déjanos el misterio. Necesitamos a Faulkner. Fidel Castro nunca ha llegado ahí porque su cultura literaria no da para tanto. Pero la literatura necesita del caos y de la confusión. La literatura es el uso de las palabras para contener el reino de la vida que por siempre nos será ajeno.

* Ver: “Un esclarecimiento honesto” en Cubadebate, junio 1, 2012.

miércoles, 6 de junio de 2012

La segunda bendición

La fidelidad de la iglesia católica a los gobernantes cubanos es inmutable. Está probada históricamente. Casi una fatalidad. ¿Entonces a qué quejarse porque quiera servir con la misma profesional devoción a los actuales gobernantes? ¿Por su origen comunista? Ay, no me jodan. No obstante, podemos entender el sentido clasista de las quejas contrarrevolucionarias. Es lo que pasa cuando los poseedores se transforman en desposeídos. (Carlos Marx invocado. Querido Carlitos. No es que tu fantasma recorra esta cuartilla. Es que los atenazas por el cuello). En realidad, esta hermandad tuvo el único slump de su historia a partir de la Revolución triunfante y sobre todo de que Fidel y su cohorte de irascibles comandantes comenzaran con la martingala de las medidas económicas (léase intervención, nacionalización, expropiación) cada vez más radicales, que a su vez eran respuestas a las piedrecitas que empezaban a tirar las llamadas clases dominantes, o más bien, en lo que a Cuba respectaba, clases en claro proceso de extinción.

Hete aquí el meollo del asunto. No se trataba solo de unos “nuevos gobernantes”, más o menos sinvergüenzas y/o viles ladronzuelos como los de los cinco siglos anteriores bajo las cuatro banderas que dominaron Cuba desde su existencia como territorio reconocido por los hombres blancos. El problema era que respondían a otra clase. En ese contexto, el mayor error de la iglesia cubana fue continuar identificándose con aquel pasado de cinco siglos que inauguraron los sacerdotes que desembarcaron con los conquistadores. Qué cosa. Siempre hay un desembarco y detrás, apresurado, el frufrú de la sotana del sacerdote de turno. Pero lo peor fue que jugaron las mismas cartas de la burguesía nacional, que fue abdicar ante la expectativa de que los yanquis venían al otro día y les daban tafia a los comunistas y devolvían las propiedades a sus legítimos dueños. Digo error histórico porque no acabo de encontrar la dependencia del apostolado de la fe cristiana con la plusvalía que se embolsaban Sarrá, Lobo o Bacardí. Y, total, los curas se pasaron todo el mes de enero de 1959 en estrecha y diligente colaboración con los rebeldes a cargo de las ejecuciones. Preparen ahí siete hombres y el curita, que ahorita tenemos fiesta. Eso era de oficio. Primero la confesión y luego los siete cuerazos de Garand M-1. Se me ocurre pensar, siguiendo este orden de ideas, que también pudieron bendecir todas las empresas y pequeños comercios que la Revolución iba expropiando. Ellos mismos habían bendecido la inauguración de cuanto negocio se abriera en Cuba. Así que pudieran regresar para la segunda bendición. En definitiva, hubiese resultado una escena de mucho mayor nobleza que la de un curita musitándole a un asesino que hasta el día de ayer era oficial de la policía y que se está yendo en mierda ante las presencia de los siete hombres que lo van a reventar a balazos que un segundo después de eso va estar en la gloria. Aguas pasadas nunca mueven molino, como dice el refrán. Pero lo curioso es que por una vez, cuando la iglesia ve la culminación de su paciente trabajo de años por recuperar su posición a la diestra del trono, cuando por fin logra que se le abran las puertas del palacio y puede considerar como superado aquel enorme error histórico de aliarse con las clases dominantes y que les llevó a oponerse a una Revolución con abrumador apoyo popular, de quien recibe un encarnizado y furioso ataque es de la misma contrarrevolución de la que ellos una vez fueron parte indisoluble y emblemática. No se olviden, señores, que cuando se acabaron los batistianos, toda la contrarrevolución cubana que vino después enfrentó los pelotones de ejecución al grito de ¡Viva Cristo Rey! La vieja burguesía anonadada.

Quizá uno de los desastres de conducta más odiosos de la contra exterior es como empujan a los de allá adentro —en la isla. Así tenemos que Jaime Ortega, que los ha servido con tanta fidelidad, es ahora el enemigo. Claro, él es el que está en la candela. Adentro. La labor de zapa sistemática de Miami tiene una explicación. Es que se ven cada vez más lejos del pastel. 90 millas es una barbaridad de distancia cuando se trata de tomar el poder en La Habana. Y ellos mismos se dan cuenta de que el tan añorado día, lo que puede ocurrir es que Guillermo Fariñas y Yoani Sánchez y Osvaldo Payá y los otros patriotas asciendan por el mármol de esas escalinatas del Palacio de la Revolución (¿le dejarán el nombrecito; bueno, ya una vez fue Palacio de Justicia) para hacerse cargo del poder. Y déjenme decirles algo: lo primero que van a ordenar es la instalación en la losa del aeropuerto de Rancho Boyeros de una de las veteranas baterías de ametralladoras de cuatro bocas con la orden de abrirle fuego al primero que desembarque del vuelo de Miami. Disidentes es una cosa, pero bobos es otra.

Jaime Ortega de Alamino. Estoico. Afable. Durito de mirada. Vio la oportunidad que se le ofrecía y la asumió, y detrás de él se fue el resto de la institución. Desde luego que a partir de entonces iba a estar el servicio de una casta gobernante que lo único que se le puede añadir para hacerlos parecer detestables es el adjetivo de comunista. Pero los vicarios de Dios de nuevo en su papel. A bendecir cuanta cosa le den oportunidad. El conflicto, no obstante, es que los soñadores no quieren diálogo. Ellos no quieren otra cosa que no sea el poder. Raúl Castro se lo tiene que haber advertido al cardenal. Lo tiene que haber preparado, puesto que es la mejor fórmula de afianzar una alianza. Se estaba metiendo en un juego que produciría un enemigo automático: Miami. Lo estoy viendo clarito, el gesto fraternal de Raúl, su sonrisa solidaria con el prelado, apretar su mano, y decirle: “Pero no se preocupe, Su Eminencia, que eso no hará otra cosa que aislarlos cada vez más”. Y Jaime asiente. La consigna es milenaria en su institución. Con la cruz y con la espada. Otra cosa curiosa. Si alguna vez —pese a todo— se produjera el famoso desembarco, ya no habrá sacerdotes para acompañen a las fuerzas de intervención. Porque hace rato que ya están instalados en Palacio. Hasta una capillita parece que erigieron al lado de la oficina del Primer Secretario.

Texto aparecido originalmente en La Cubanada, mayo 20, 2012.

lunes, 4 de junio de 2012

Andy y los zombis

Entre los individuos que fueron a Cuba con el Papa Benedicto XVI hay uno que, curiosamente, pasó bastante desapercibido, como con una especie de patente de corso política, una de doble vía. Porque él representa uno de los centros contrarrevolucionarios más vocingleros de Miami, que es el centro ése de Jaime Suchlicki, y contra el que Cuba —a su vez— suele derramar toneladas de ataques. Alguna mano maestra, algo tiene que haber habido, algún acuerdo, cuantas cantidades de ceños fruncidos se aliviaron, o más bien cuantas negociaciones, al amparo sabe Dios de qué sacerdote o empresario cubano amansaguapos, para que este hombre desembarque en Cuba. Y supuestamente pasa sin saber que ha pasado. Andy Gómez, investigador del Centro de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos de la Universidad de Miami (UM). Él y la transmigración de las almas. Pero va a la isla, y a su regreso dice que los cubanos eran zombis y tenían un vacío. "Los cubanos están cansados, muy cansados", dijo Gómez. "La generación joven lo que quiere es salir de allí y el resto son zombies". El plural de zombi por supuesto mal escrito porque no puede esperarse otra cosa que se publique en El Nuevo Herald. Luego explica que esta visita es muy diferente a la del Papa Juan Pablo II. ¿Diferente? Por supuesto que lo fue, entre otras cosas —debemos colegirlo— porque el señor Andy Gómez estuvo presente. Mas no es diferente la visita, amigo. Puesto que en Cuba no ha pasado nada —y ni siquiera va a pasar. Alegra mucho, sin embargo, saber que ahora, hoy mismo, el señor Andy Gómez diferencie a Fidel de Raúl. Y ya no son más “los hermanos Castro”. Qué lerdos somos, cómo no darnos cuenta antes. Salta a la vista que para Gómez la única diferencia debe ser —y nosotros debemos preguntarle: ¿Qué te ofrecieron o que tú ofreciste, que no había ocurrido antes? Habla claro, viejo. ¿Qué te vendieron o que vendiste? Un remarcable derechista cubano que se ha pasado toda la vida diciendo que los hermanos Castro son unos déspotas de siete leguas ha visitado Cuba en óleos de santidad académica y descubre esa historieta de los zombis y el vacío. Discurso académico convenientemente soft, si lo hay. (Con la visita seguramente él ha llenado su vacío, pero con qué. That´s the question). De verdad que no es ocioso preguntarse, saber ¿qué ofreció? ¿Qué le saben? ¿Cómo lo aprobaron? Porque a todo el mundo no lo aprueban para entrar en Cuba. Conoco una tonga de periodistas que trataron de dar el tour papal y no los aprobaron. A mí no me dejan. Bueno, a mí no me dejan ni acercarme a la esquina de la Sección de Intereses, en Washington. Entonces yo quiero saber qué hizo el señor Andy o, repito, qué le saben al señor Andy, o qué propuso el señor Andy para que lo dejaran entrar, o —también de máximo interés— mientras estaba en La Habana, qué le hicieron al señor Andy. ¿Alguna clase de chantaje? ¿Una mulata? No, que nadie se ofenda, solo que el dispositivo de mulatas y mancebos del arsenal de comprometimientos de la Seguridad cubana se halla siempre en plena disposición combativa. ¿O el señor Andy tiene familia en Cuba y alguno padece una enfermedad? Siempre queda una solución honorable y a lo mejor nos sorprende. Vayan ustedes a saber para cuántos presos el señor Andy ha logrado su libertad. O cuántos tratos a favor de la libertad de Cuba y la democracia nos trajo de regreso. Nada. Olvídense de eso. Y sepan que todo personaje de su estirpe que va a Cuba, desde el momento mismo que le estampan la visa cubana y, sobre todo, desde el instante mismo en que pone un pie en la losa del Aeropuerto Internacional José Martí, de Rancho Boyeros, La Habana, es una pieza de desgaste. Comiencen a desconfiar de él. Por lo menos, no me lo traigan a la casa. Ya ese hombre no es un hombre libre. Ya ese hombre no responde a sí mismo. Ya ese hombre responde a otras cosas. Y que no me joda más con el vacío. En Cuba se le llama vacío a los envases, pomos, y especialmente botellas de cerveza, que era obligatorio devolver en la tienda para comprar el mismo producto. Traes el vacío, te llevas el lleno. Ah, y zombi o no zombi, compañero, tienes que hacer la cola aquí, igual que todo el mundo.