sábado, 9 de septiembre de 2017

Cubanos esperando a Irma

Viernes 1.00 AM. La gloria es escasa para el corresponsal de guerra cuando debe compartirla con todos sus vecinos. Aparte de que estás obligado a reportar desde la poltrona frente a tu televisor. Nada de jugártela desde una trinchera a la distancia del fuego de mortero enemigo. Nadie cala bayonetas aquí. Solo el rechinar de los dientes (espero que no sean los míos) mientras esperas el desembarco (así mismo le llaman los gringos, landfall) de todas las fuerzas combinadas de la naturaleza decididas a reventarte las paredes de tu hasta ahora dulce hogar y dejar el techo a su libre albedrío, es decir, sin ningún elemento de sustentación, para que te aplaste la cabeza, y de paso la poltrona, el televisor, la mujer y el perro.

1. 35 AM. Reflexión en la baja madrugada. El perro. Jerry Lee. Ese es el más asustado de todos. Su percepción es genética, tiene que venir desde el fondo de los tiempos. Desde sus antecesores, los que cazaban conejos en lo que luego se llamó España. No necesita los noticieros para saber lo que se avecina. Ya lo olfateó. No en balde los únicos que perecen en los tsunamis son seres humanos. Jerry Lee no sale de abajo de la cama. Dejo caer la mano por el borde y le palpo el hociquito. Tímido y breve lamido en mis dedos.

7. 09 AM. Es difícil asimilar esa presencia de atildados funerarios que asumen los meteorólogos en la pantalla. Su frialdad profesional. Y el mensaje del que son portadores. Peor aún. Quizá te percates de la gravedad de las voces, a la usanza de los cirujanos (el paso anterior al empresario de pompas fúnebres) cuando salen del quirófano para decirte que se hizo todo lo posible para salvarte al pariente. Y que ahora el pariente es fiambre. Creo recordar que tales fueron mis pensamientos antes de rendirme sobre mi almohadón. Que nunca aciertan. “A lo mejor se va al este, a lo mejor se va al oeste, a lo mejor al sur, a lo mejor baja…” Y siempre unas complicadas monsergas sobre las altas y las bajas presiones.

7.15 AM. Abro los ojos en la más cerrera oscuridad. Y me doy cuenta de la gravedad de la situación. La oscuridad. El cielo se ha cerrado. El dulce cielo azul de ayer ya no existe. Una espesa capa de nubes negras se cierne sobre el estado de la Florida. Esto que se llamó hasta ayer el Sunshine State. Maldita Irma. Eres más poderosa que el sol.

7.16 AM. Me doy cuenta del ridículo que estoy haciendo y me juro que este secreto no salga nunca a la luz pública. El problema es que ayer puse los shutters (protectores) en las ventanas y estoy instalado en un búnker. Estoy blindado.

7. 45 AM. Por lo pronto tengo armado mi bunker. Casa blindada. Pero lo fundamental, la reserva de ron, está garantizada. La imbatible escuela de Hemingway. La de Papa y también la del otro Papacito: Stalin. “Estrategia es reservas”, decía. No me queda claro si mi estrategia es sobrevivir a un huracán de categoría 5 con la fuerza de impacto de sus vientos de más de 200 kilómetros por hora. Pero el ron garantiza la diversión.

10.00 AM. Llamo a mi mujer, Niurka. Le pregunto por Jerry Lee, si sigue sembrado bajo la cama, y que, por favor, me sirva un escopetazo de ron. Respuesta previsible de la señora: ¿tan temprano?

10.05 AM. El ron no llega. Continúo en mi poltrona, cada vez más estrecha, incómoda, aburrida, y estoy frente a mi pantalla. El espectáculo que se ofrece ahora es todas las supercarreteras del estado atestadas de coches, un lento río de coches, de los que buscan el norte. ¿A dónde van estas criaturas, si Irma irá pisándole los talones? Dice Irma que después de la Florida, va Georgia, el estado contiguo, y después South Carolina y Tennessee. Canadá puede ser una opción de refugio, calculo. Lo interesante, sin embargo, es la poca cantidad de cubanos que se mueve en esa procesión flotante que intenta escapar. Muchos gringos que vacacionaban en el Estado de la Luz Solar y muchos hermanos latinoamericanos. Los cubanos se quedan, los otros huyen. No hay advertencias de tsunami para los cubanos. No ponen pies en polvorosa. Son estoicos. Oh raza bendita. La gloria regresa.

Publicado en La Repubblica, Roma, el sábado 9 de septiembre de 2017.